MET es un maravilloso museo. Además de pinturas de artistas como Cézanne, Degas, Matisse, Van Gogh, Picasso, se puede ver exhibiciones de los períodos que van desde el arte egipcio antiguo hasta el arte y la fotografía contemporánea.
Muy buenas obras, pero también encontraréis los típicos cuadros modernos con cuatro rayas que nadie entiende. Mira que me molestan estas cosas. Ver un cuadro de un color sólo y ver a gente delante de él comentando lo impresionante que es, mientras en la sala de al lado hay cuadros de hiperrealismo. Aunque dentro del arte moderno encontré autores que no conocía y que me dejaron alucinada, como Chuck Close.
Pero además, el MET no sólo alberga cuadros, sino también trajes antiguos, joyas, jarrones o mobiliario de otras épocas. Desde los trajes que vestían los antiguos samurais, hasta colecciones enteras de espadas, sables y armaduras que pertenecieron a personajes históricos como Enrique VIII. Me impresionó muchísimo el montaje que veis en la foto, que recrea un ejército de caballeros antiguos.
Para comer, nos paramos para tomar una hamburguesa rápida, de nuevo en el Shake Shake, del que ya hablé en un post anterior. Era un poco tarde y después de pensar qué podíamos hacer, decidimos ir al cine. La primera vez que íbamos a un cine neoyorquino! La verdad es que aquí el cine es completamente diferente que en España. Las salas de cine están llenas y hay un ambiente mucho más animado. La gente tiene más hábito de ir al cine, sólo hace falta deciros que al que fuimos nosotros tenía 25 salas!
El cine neoyorquino huele a una mezcla de palomitas con triple ración de mantequilla y hot dogs. Un olor muy diferente que en España. Los asientos son mucho más anchos, cómodos y reclinables. Vamos, que encontré muchas diferencias. Y a todo esto, la película que fuimos a ver fue “Cowboys & Aliens, una de acción sin demasiados diálogos complicados, jeje. Y después de salir del cine nos encontramos con Samuel L. Jackson!! Nooo, mentira, era una estatua de cera PERFECTA, en plena entrada del Madame Tussaud.
Y por la noche teníamos programado algo especial: un rooftop! Los rooftops son fiestas que se hacen en impresionantes áticos al aire libre, donde hay barras en las que sirven bebidas y se pincha música. No elegimos un ático cualquiera sino un rooftop de los más exclusivos de Nueva York, nada menos que un edificio en la Quinta Avenida: el número 230, un lugar del que ya nos habían hablado.
Para cargar estos techos deben estar vestidos de manera más formal – sin camisas o los pantalones vaqueros descuidados, por lo que se visten bien y se plantaron en 230 quinto. La cola para entrar es grande, pero fue bastante rápido, hemos elegido un buen momento para ir porque una vez que la línea era mucho más alto.
Subimos en ascensor hasta la planta 20 y buah! Impresionante! Un ático con dos barras, palmeras, luces de colores, bancos y mesas para sentarse y unas vistas de lujo con el Empire State bien cerca y con toda la ciudad de Nueva York ante nuestros ojos, vestida de luces para la noche. Nunca he estado en un sitio tan bonito y lo mejor de todo es que la entrada es gratuita! Viendo estas cosas alucino que en España se cobre entrada para entrar en locales que son una mierda comparados con este sitio. Una noche super especial que no olvidaré.